Por Colectivo Diciembre

El periodista Alexis Oliva presenta su último libro “La violencia nació conmigo” Crónicas de vidas en conflicto de Ediciones Recovecos ¡Información importante! viernes 16 de septiembre, 19:30 hs, Auditorio de Radio Nacional Córdoba (General Paz y Santa Rosa). Entrada libre y gratuita. Con Luis Zanetti, Casandra Sandoval, Fabiana Bringas y Alexis Oliva, y la música de La Fe y Barrio Limbo, Marcelo Pezzotta, Galo Oliva y Claudio Ceballo.

La obra periodística de Alexis Oliva recorre la militancia revolucionaria y terrorismo de Estado, cárceles y derechos humanos, violencias de géneros, disidencia sexual y personajes convertidos en emblemas de luchas conforman el espectro temático de un conjunto de textos con rigor investigativo, estética narrativa y una ética comprometida con la transformación social.

Las historias de «La violencia nació conmigo» levantan nombres y biografías de resistencias y luchas : Leonor Von Wernich / Julio Troxler / Beba Cuello / Coqui Arias / Susana Miranda / Peco Duarte / Norma Síntora / Carlos Solsona / Marcela Solsona Síntora / Sebastián Moro / Benito Riesco / Juan Carlos Videla / Laura Pilleri / Víctor Saldaño / Sergio Guzmán / Sergio Costigliolo / Pepa Gaitán / Dahyana Gorosito / Azul Montoro / Maite Amaya / Flavia Saganias / Sabino Navarro / Milagro Sala / Ivanna Aguilera / Viviana Avendaño / Ramona Bustamante.

#Entrevista a Alexis Oliva

¿Qué es el periodismo para vos? O como podrías sintetizar el horizonte periodístico en el que caminás

-Se discute si el periodismo es oficio o profesión, una pulseada semántico-institucional que a veces se vuelve abstracta y vacía. Para mí es un trabajo, que por más intelectual que sea debemos pensar en una dimensión colectiva, porque además su “materia prima” es el colectivo humano. A su vez tiene una dimensión personal y subjetiva distinta a la de otros trabajos, porque depende de una vocación muy fuerte y dispuesta a veces a resignar lo económico a favor de la calidad y la dignidad. Por eso mismo también asumo el derecho a pensarlo como un arte, una actividad creativa con el límite ético de que representamos el mundo real y los seres humanos reales, pero creativa al fin. Y para poder crear también hay que pelear el derecho al tiempo, cosa que muchos medios y formatos periodísticos no conceden. Me gusta tu expresión “horizonte periodístico en el que caminás”, porque también hay que tomarse tiempo para caminar los territorios a los que la tecnología nos da facilidad y pretexto para abandonar. Ahora que lo pienso, mi vocación periodística se despertó a partir de aquella privación ilegítima de la libertad llamada “servicio militar”. Fue una situación conflictiva –algún día me animaré a contarla– lo que me despertó la curiosidad por ciertas instituciones y poderes sobre las que hoy escribo.

-¿Qué fue lo que te impulso a escribir “La violencia nació conmigo”? 0 ¿Cómo arranco este proyecto, que latía para su inicio? 

-Fueron varias fuerzas convergentes. Primero, Carlos Ferreyra, director de Ediciones Recovecos, me había propuesto editar un libro con crónicas e informes de investigación. La idea me copaba pero yo, no sé si por estructurado o por caótico –soy las dos cosas-, necesitaba un hilo conductor y una cohesión interna. Luego, mi compañera Carolina Rojo me sugirió concentrar la selección en textos que tuvieran un componente biográfico. Y finalmente, surgió un eje muy fuerte: la conflictividad, que articula los cuatro capítulos: militancia revolucionaria y terrorismo de Estado; derechos humanos en las cárceles; violencias de género y contra la diversidad sexual; personas símbolos de luchas sociales. En la mayoría de las historias, fue necesario un trabajo de actualización, que implicó una oportunidad de volver a vincularme con sus protagonistas y contextos. Y a renovar el impulso que me llevó a conocerles y narrarles: que se sepa, que pase algo, que haya un poco de justicia o por lo menos que el daño cese. Una pretensión que suele verse frustrada, pero debería ser el motor principal de nuestro trabajo.

-¿Qué hilos recorren los testimonios y de qué Córdoba nos hablan?

-Ese hilo conductor del conflicto se expresa en el título. “La violencia nació conmigo” es una frase surgida de la más antigua de las historias del libro, dicha por un líder revolucionario acosado por la represión. Esa frase se refería a una violencia previa a la violencia represiva: la injusticia, la desigualdad y la miseria planificada. Lo que en los años 70 llamaban “violencia estructural del sistema”. Eso que parece un concepto perimido tiene una cruel vigencia y hace que la frase de ese militante setentista pueda aplicarse a las historias que suceden en el presente: familias campesinas despojadas de sus tierras, mujeres víctimas de violencia patriarcal, personas trans empujadas al trabajo sexual y expuestas a la violencia, jóvenes sin oportunidades de trabajo que van a parar en la cárcel, militantes criminalizados por la Policía y la Justicia. Ahí hay otro común denominador: casi todos estos conflictos desembocan en el Poder Judicial, que en lugar de hacer justicia y garantizar derechos, revictimiza o criminaliza a las víctimas y legaliza la impunidad de los victimarios. Como contracara, también aflora en todos estos nombres e historias alguna forma de resistencia y de solidaridad frente a los poderes opresores. Las historias que integran este libro también son aquellas con las que pude tener contacto directo. Por eso la mayoría son historias de Córdoba, pero también hay varias de otros lugares. No son historias “cordobesistas”. En todo caso, pertenecen a una Córdoba negada, insurrecta, subterránea y turbulenta, y más allá de las identidades locales su conflictividad tiene mucho de universal.

-¿Cómo te atravesaron esas historias? ¿Qué encontraste en el género de la crónica para contarlas?

-Creo que la empatía y el compromiso no son incompatibles con el rigor investigativo y la creación periodística. Al contrario, se retroalimentan. Y donde mejor sucede ese cruce es en el género narrativo de la crónica, que combina un trabajo en profundidad con las fuentes con los recursos expresivos de la escritura. Pero también hay riesgos éticos e ideológicos. La realidad –y más en nuestro país– suele superar a la ficción. Parece novelesca o cinematográfica, como en casi todas las historias de este libro. Eso implica una tentación literaria que es peligrosa. En el prefacio planteo que desde el periodismo o la no-ficción uno no tiene derecho a abordar los conflictos de los seres humanos como material literario, porque sus vidas son reales y brutales, no necesitan ni merecen ser estetizadas. Ya demasiado drama hay en su realidad.

-¿Con quienes o que voces del periodismo dialoga tu obra?

-No sé si merece llamarse obra, ya la palabra “libro” me inspira demasiado respeto. En fin, como sea que se llame, dialoga con quienes leo y escucho, y seguramente en términos de aprendizaje. También creo que el periodismo debe dialogar con las ciencias sociales, la literatura y las artes. Pero sobre todo con las voces de compañeros y compañeras que, cualquiera sea el ámbito donde trabajen, asumen el compromiso cotidiano de crear conciencia, de dignificar esta profesión-oficio, de defenderla como un territorio asediado por los poderosos y sus mercenarios mediáticos. Ojalá uno pueda aportar a esa resistencia.

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Compartimos fragmentos de «La Violencia nació conmigo»

Ramona Orellano de Bustamante, De Historia de un despojo / capítulo 4: Banderas

Desde la sentencia han vuelto a aparecer. Cada vez más bajo, cada vez más cerca.

—Lo hacen para provocar y meterle miedo –dicen.

¿Cómo se verá el campo de Ramona desde las avionetas fumigadoras? El híbrido de rancho y carpa donde ella vive; la vivienda de ladrillos de su hijo Orlando; los corrales de cabras, la represa y el tunal; el excusado y el pozo de agua; la carpa más amplia donde a veces se junta gente de afuera –y más en estos días, desde la sentencia–. ¿Cómo se verán las ruinas de la casa de material, varias piezas y baño adentro, que demolieron las topadoras custodiadas por policías aquel 30 de diciembre de 2003?

La jueza Emma Del Valle Mercado, a cargo del Juzgado Civil, Comercial, Conciliación y Familia de Deán Funes, hizo lugar el 26 de febrero de 2021 a la acción de desalojo interpuesta por los hermanos Edgardo y Juan Carlos Scaramuzza, productores y empresarios rurales de Oncativo, contra Ramona Orellano de Bustamante. La sentencia la condena a “desalojar en el término de diez (10) días hábiles de quedar firme el presente resolutorio, y a entregar libre de personas y/o cosas puestas por ella, o que de ella dependan, el inmueble objeto del presente juicio, ubicado en Puesto de Luna, Pedanía Candelaria, Departamento Río Seco, de esta Provincia de Córdoba (…) Bajo apercibimiento de lanzamiento por la fuerza pública”.

Despierta desde el alba, Ramona teje al crochet en su habitación hasta que la temperatura sube lo suficiente como para no contradecir la orden médica de “cuidarse del viento sur”. Cumple 95 y a pesar de las gestiones del MCC todavía no ha sido vacunada contra el Covid. En los últimos años, ha sobrellevado tres neumonías y le tiene más fe a su Virgen de la Merced que a la Sputnik V o la AstraZeneca. En una pared, un cartel reza: “Cuidemos entre todxs a Ramona. 1) Lavarse las manos con jabón. 2) Mantener la distancia. 3) Usar barbijo. 4) El baño es exclusivo de Ramona”. 

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De Fusilada por lesbiana / Natalia Pepa Gaitán, capítulo 3: Cuerpes

Natalia Gaitán tenía 27 años y en el barrio Parque Liceo segunda sección la conocían como Pepa. Su madre, Graciela Vázquez de Gaitán, conducía la asociación Lucía Pía, donde despuntaban el hábito de la solidaridad hacia los necesitados de esa zona de la periferia norte de Córdoba. Entre ellos, el matrimonio de Daniel Torres y Silvia Suárez, a quienes les dieron trabajo en el comedor comunitario y en la guardería de la ONG. De una pareja anterior, Silvia tenía una hija de 16 años, que entablaría una relación de amor con Pepa.

Cuando la chica sinceró el vínculo en su casa, para su madre y su padrastro fue como una declaración de guerra. La adolescente tuvo que abandonar el hogar y acudió a una tía que le brindó alojamiento desde julio de 2009 hasta enero de 2010, cuando decidió defender su elección e irse a vivir con Pepa, al pequeño departamento que su padre alcanzó a construirle antes de morir, en la misma sede de Lucía Pía.

Todo comenzó ahí, la tarde del sábado 6 de marzo de 2010, cuando mates de por medio la pareja le contaba sus penurias a su amiga Gabriela Cepeda. Indignada, Gabriela decidió intempestivamente terciar en el conflicto y partió hacia la casa familiar de la adolescente, a sólo tres cuadras de distancia.

Al llegar, encontró al matrimonio tomando mate en la vereda con sus dos hijos menores. Gabriela se trenzó en una discusión con Silvia, la disputa fue subiendo de tono y hasta hubo “un par de manotazos”. Mientras tanto, en la sede de la asociación civil, Pepa y su novia comenzaban a preocuparse.

Según consta en el expediente judicial, eran casi las 19.30 cuando Pepa acudió sola a ver qué pasaba y al presenciar la pelea quiso retirar a su amiga, pero se produjo una nueva escaramuza, esta vez entre Silvia y Pepa y con Gabriela intentando separarlas. En ese momento, Torres –quien no había participado de la discusión ni los forcejeos– entró a la casa y salió con una escopeta calibre 16, caminó hacia donde estaba Pepa, “sin mediar palabras le apuntó”… y disparó a quemarropa.

La perdigonada dio de lleno en el hombro derecho de la joven, que alcanzó a caminar unos pasos antes de perder el conocimiento y quedar tirada en el lugar durante más de una hora. Su madre tuvo tiempo de llegar y abrazarla, hasta que por fin la ambulancia se animó a entrar al barrio.

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Alexis Oliva pertenece a la Generación X, aquella que transitó su veintena en los inhóspitos años 90. A comienzos de esa década cursó Comunicación Social en la Universidad Nacional de Córdoba,
para luego sumergirse en un periodismo signado por la investigación y la narrativa, el conflicto
social y los derechos humanos. En 1998 y 99 trabajó en la revista Informe Córdoba. Entre 2003 y
2010, colaboró con la investigación para los libros de Horacio Verbitsky sobre la historia política de
la Iglesia Católica argentina. En 2010, cubrió para Agence France-Presse (AFP) el juicio “Videla” por
las presas y presos políticos de la cárcel de Córdoba fusilados en 1976. En 2015, investigó y guionó
para la serie docu-ficcional Gallos Rojos (El Calefón – INCAA). Fue profesor de Periodismo y
Literatura e Investigación Periodística en la Universidad Nacional de Catamarca. Actualmente,
integra la cátedra Redacción Periodística II (Periodismo de Opinión y Crónica) en la Facultad de
Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Córdoba y escribe en El Cohete a la
Luna, la revista El Sur, el colectivo Diciembre y la Agencia Presentes. En 2015, publicó con Ediciones
Recovecos el libro Todo lo que el poder odia – Una biografía de Viviana Avendaño (1958-2000).