Por Guadalupe Scotta

Los siete policías sentados en el banquillo por el asesinato y encubrimiento de Isaías Luna, fueron condenados sin prisión efectiva. La pena para quien disparó a cuatro metros y en la nuca de Isaias Luna fue de “un año y seis meses de prisión de ejecución condicional”. Esa frase destrozó la sala. Se despertó la bronca.

El caso de gatillo fácil ocurrió en el marco de un robo, y para los jóvenes que estaban en el asalto, quienes se encuentran en prisión desde el hecho, la condena es de tres años de cárcel. Efectiva. 

Cosas que ya sabemos: que el delito se define en cada época, la defensa a la propiedad privada es un estandarte. Se castiga con mayor severidad a quienes estaban o intentaban robar que a lxs uniformados que dieron muerte. Estas causas se cierran, cajonean y la mayoría de las veces no llegan a juicio. Cada 20 horas una persona es asesinada por las fuerzas represivas del Estado. Esos datos son de CORREPI, ya que las estadísticas oficiales no se encuentran. El Estado no se investiga a sí mismo. 

Más cosas que ya sabemos: en el “Palacio” de Justicia las familias y organizaciones buscan algo, pero saben que no es todo. Que la cárcel es un espacio de castigo y hay quienes ordenan, pero no se manchan con sangre. Dictan, pero no aplican. Entre esa picadora las redes consiguieron que fuerzas del estado que dispararon o encubrieron, pasen por el gesto de la acusación de culpables, aunque sigamos cocinando construcciones de otro peligroso para justificar balas.

Cuando iniciaba este proceso recordábamos a Lucas Rudzicz. Lucas tenía 13 años y fue asesinado de un balazo policial mientras corría. En la nuca, de espaldas. Corría junto a David Luna, le habían robado una máquina para cortar el pasto y un teléfono celular al cura Oberlin. La custodia del cura, el sargento Martín Murúa, fue quien efectuó el disparo. En el juicio le dieron cinco años de cárcel para  quien estaba robando, mientras que el custodio recibió dos años de prisión sin cumplimiento efectivo, excarcelables, y cinco de inhabilitación para el uso y portación de armas. 

Palabras de la familia Isaías tras la sentencia: “es una sentencia asquerosamente denigrante (…) mi hijo cometió un error y tenía que pagar, pero hay una cárcel  y todos podemos salir de ahí (…) te lo dice alguien que salió de ahí  y hoy tengo otra mentalidad, tengo estudios de abogacía, soy presidente de un centro vecinal, pero la realidad es que me dio mucho odio, uno busca la justicia, no hice nada por mi cuenta, simplemente busque la justicia”.

Isaías fue asesinado el 18 de diciembre de 2020, la prensa de Córdoba informaba que un “delincuente/ladrón” resultó muerto en un robo en barrio Urca. La Voz del Interior tituló: Violento robo en Urca: un ladrón fue abatido por la Policía. Desde ese momento su familia denuncia en las calles que el joven estaba desarmado y de espaldas. Isaías era zurdo, tenía un hijo y 21 años. Era albañil. La bala policial le pegó cerca de la nuca.

El Juicio. Derechos

¡Yo entonces no la voy a escuchar! Eso le dijo uno de los jueces a la abogada Victoria Siloff, mientras ella argumentaba para incluir mayores acusaciones para los policías. Más allá de los tecnicismos, ese era un espacio en el que se dirigía a lxs jueces. A ese magistrado fue a quien el papá de Isaías señaló cuando irrumpió tras escuchar la sentencia, ya lo conocía porque lo juzgó y le decía que a él lo había condenado, y le había puesto una mayor condena que al asesino de su hijo. Al policía le daba solo un año.

Desde el inicio del proceso, Victoria explicaba que en estos casos lo que ella busca es que  judicialmente se pueda dar cuenta de “una generalidad en la estrategia defensiva  que es la figura de la “legítima defensa“y espero demostrar con la prueba que existe que Isaías fue asesinado bajo la calificación de un homicidio en abuso del ejercicio de sus funciones, donde la víctima está absolutamente desarmada. El abuso es claro, es prácticamente evidente”. Victoria  desde el ámbito del derecho y la militancia por los Derechos humanos  plantea las diferencias entre las figuras de exceso de la defensa  y  la abuso de la defensa, señalando un horizonte judicial.

Palabras de la abogada a minutos de conocerse la sentencia: “es un veredicto que demuestra que la policía sigue gozando de la impunidad que le brinde el poder judicial,  porque si bien hubo condenas para casi todos menos para Aguirre que fue absuelto. Las condenas son una burla, o sea le dieron condena condicional a todos inhabilitación para ejercer cargos, públicos y portar armas, a todos menos a Adavid a quien solo lo condenaron a un año y seis meses de prisión condicional a cinco años de inhabilitación para uso de arma de fuego, pero no para ejercer cargos, mientras que los demás sí están inhabilitados para ejercer el cargo policial, vamos a casar la sentencia porque no estamos conformes (…) vamos a pedir que se lo inhabilite para ejercer cargos públicos, se le aumente la pena y se lo califique con arma de fuego como pidió el fiscal”

También señala que en esta causa se avanzó en que seis policías que participaron en armar una escena y demorar el llamado de la ambulancia ya no puedan ejercer esta función. Esta es la segunda vez que se sientan como acusados cuando las víctimas estaban robando y eso es histórico en la provincia de Córdoba.

Desde la fiscalía se había solicitado para Esteban Adavid tres años de prisión de ejecución condicional y ocho de inhabilitación para portar armas, en calidad de homicidio agravado por el uso de arma de fuego en exceso de legítima defensa, mientras que  por encubrimiento, falsedad, incumplimiento de los deberes de funcionarios a los otros policías se pidió entre tres años y seis meses a seis años.

La mirada de la fiscalía estuvo puesta en el encubrimiento y en la vieja práctica policial de plantar armas para simular escenas de enfrentamiento. Mientras que desarrollaron el eje de la falta de formación y preparación de las fuerzas policiales para interpretar el disparo fatal.

La palabra del fiscal Marcelo Fenol: “un caso difícil desde el  inicio, porque es un caso con jurado popular, que representa la población de Córdoba, con una historia que empieza diciendo; la policía actuó para salvar a una familia, en términos de fútbol es arrancar perdiendo 5 a 0. Empezar por la  desestimación de esa estigmatización de la víctima (…) fue víctima más allá de lo que haya hecho o sido hasta el instante previo a que una bala le ingresa por el cráneo (…) 

 El Ministerio Público trató de hacer foco en si el accionar del policía estaba o no justificado,  y quedó probado y así lo dijo el Tribunal no estuvo justificado. Eso viene de la mano de otra cuestión ¿No estuvo justificado porque el policía no estaba preparado para actuar como actuó o porque por la carga subjetiva que tiene el policía su intención y misión era la de matar?  En este caso y hablo por este caso. Lo que hizo fue actuar conforme a un mal entrenamiento, una mala lectura del escenario y una mala decisión a partir de ahí, entiendo que la calificación legal que le dio el tribunal que fue la misma que propuso el Ministerio Público  (…) yo dije lo que pude probar y pude probar que hubo un exceso en la legítima defensa (…) 

Si uno analiza en armonía, todo el conjunto de condenas que recibieron todos los involucrados por el hecho hay una cuestión que es muy notable, el policía que obró por culpa, por imprudencia, más allá en lamentables resultados tiene una pena determinada.  Y los que obraron con intención o los que se pusieron de acuerdo para de engañar la sociedad, delinquir, para mentirnos, delinquir con uniforme policial recibieron penas más graves que Adavid”

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La calle

En la puerta de tribunales el sol lastima, la arquitectura del palacio no dejó ni una hilera vegetal. La escalera se impone, hay que subir o bajar y que el cuerpo lo sienta. Durante el desarrollo del juicio familiares de víctimas de gatillo fácil y la militancia antirepresiva acompañaron también desde las calles. La imagen y el nombre  de Isaías se replica. Aparece.  En la sala saben que hay aguante afuera.Un núcleo de militantes  acompaña en la puerta, bajo la consigna  “contra la fuerza represiva, acción colectiva “ abren el micrófono  y le ponen punk rock a las horas. 

Tras las condenas desde el Frente Antirepresivo en Lucha comparte que:”No hay proporcionalidad, y esa no proporcionalidad en las penas se debe a que un sector se percibe como marginal y sin derechos y el otro como parte de la sociedad. Así lo definió la defensa en los alegatos. Entonces todxs estamos de acuerdo que matar es más grave que robar, y que quien mate sea un funcionario público, con elevadas notas en tiro, y que utilice recursos del Estado para hacerlo, y que además tengan toda una trama detrás para lograr impunidad, que incluye a todo un conjunto de agentes actuando de manera coordinada no hace más que agravar el hecho. Sin embargo, la condena por un bien material fue más elevada que la condena por matar, porque la condena a Araya y Muñoz fue de tres años en prisión efectiva, y la condena, de hecho, y sin juzgado para Luna fue una pena de muerte sin juicio, pero que se rectifica cuando en el juicio que debería de ser por justicia, lo que hay es impunidad. Es nuevamente la complicidad judicial en beneficio del poder ejecutivo, que es responsable de la policía. Porque lo que no se puede poner en duda es a las instituciones”

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Madres, tías, familiares de víctimas

La Gaby y Romi de “la coordi” (Coordinadora de familiares de víctimas de gatillo fácil) acompañan a la familia, la red de familiares de víctimas. Los nombres de lxs pibes se empiezan a escuchar: “Esperamos la sentencia con mucha ansiedad sabemos que este es un juicio histórico para nosotros (…) queremos que quede un presente son un montón de pibes que el aparato represivo viene asesinando y que el poder judicial sepa que la familia de Isaías luna no está sola”

En el momento de la sentencia no las dejaron ingresar a la sala, argumentando falta de espacio. Cuando la lectura destrozaba por dentro e irrumpía afuera, las mamás y tías se sostenían.

Días atrás, en estos pasillos se dio otro encuentro de madres. Silvia, mamá de Isaías se acercó a la sala de Soledad, madre de Blas Correas. En Tribunales II, los juicios por los asesinatos de sus hijos a manos de la policía cordobesa se desarrollaron a un piso de distancia.  Mientras que los abogados de los efectivos policiales decían que el de Isaías no era un caso de gatillo fácil “¡El caso de Isaías Luna y el de Blas Correas no tienen nada que ver!” justificando las ejecuciones a manos del estado a partir de la figura del otro peligroso o sospechoso. Las madres de lxs pibxs se encontraban buscando justicia y denunciando. Ese medio día Silvana nos decía: «Somos todos iguales, a todos nos entra igual el tiro, el dolor es el mismo. Es la primera vez que nos encontramos con Soledad, yo escuché el caso de ella antes que mataran a mi hijo. Isaías hablaba de lo de Blas». Soledad se solidarizó con la familia de Isaías y señaló que más allá de las circunstancias la pena de muerte no existe.

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Procesos

La sala está adornada con una cruz y una cámara. En las primeras audiencias la danza de los abogados y jueces por momentos tiene un tecnicismo encriptado, parece una obra de teatro hablada por amigos de un rey, un cafecito de burocracias. El jurado popular está al frente. Durante el juicio no llamaron a declarar a  los altos mandos, ni funcionarios.

En las audiencias se dijo que Adavid tenía un manejo de armas y más de 22 años de servicio en las fuerzas. Los policías no declararon. Quienes vivían en la casa donde ocurrió el asesinato no vieron que los jóvenes portaran armas. Se presentaron informes que coincidían con el recorrido realizado por la policía para implantar el arma a Isaías. La perito María Sol del Valle Sánchez afirmó que al momento de su muerte «Isaías se encontraba de espaldas y algo agachado». Cuando uno de los jóvenes relata lo vivido dentro de la casa, la figura de tutela resuena y  le piden que hable más fuerte, hay algo de ese reto que no puedo trasladar a palabras.

El día de la sentencia flotaba la expectativa en el pasillo donde la familia esperó por más de siete horas. Los familiares de ambas partes permanecieron a metros de distancia. Esperando. La imagen de Isaías está cerca de sus queridxs en remeras de futbol, tatuajes. Su mamá lo está pensando.

La lectura de la sentencia trajo una bronca que viene de años, la que guardan las vidas sobre las que vuela la política de la muerte.

*Fotos Guadalupe Scotta