*Por M. Fernanda Espejo y Guadalupe Scotta

Los feminismos irrumpen en el mundo con paro y movilización. En el espacio público y bajo la consigna de HUELGA  las memorias de las luchas de trabajadores se anudan para hacer frente a las violencias. 

En nuestro territorio nombramos y construimos  por primera vez un proceso del paro en clave feminista en octubre del 2016.  La medida se desarrolló en repudio  al femicidio de Lucia Pérez, en ese marco se constituyó en el primer Paro Nacional de Mujeres en Argentina al grito de “si nuestra vida no valen: produzcan sin nosotras” ocupando masivamente las calles a lo largo y ancho del sur del sur. 

Desde esa fecha, las huelgas feministas fueron tomando distintos nombres. Las convocatorias y consignas que encabezaron cada marcha podrían representar las discusiones y los debates que en esos momentos venían construyendo los movimientos feministas. No fueron expresiones espontáneas, ni hechos aislados. Las consignas dibujan un mapeo de lo que emergió en encuentros, asambleas, piquetes, casas, cooperativas, redacciones, y  también en cómo fue nombrada y fotografiada: de paro de mujeres a paro internacional de mujeres, lesbianas, lesbianes, trans, travestis, no binaries, intersexuales y bisexuales.

Por sexto año la rabia organizada toma las calles con la herramienta del paro. Las fuerzas feministas empujan y conectan en este proceso los aprendizajes de las luchas históricas y de nuestro tiempo. Se inscriben en rebeldías que visibilizan cómo se estructuran las violencias sobre los cuerpos, el extractivismo, las políticas neoliberales y  así, las mareas feministas  corren al miedo con la organización.

Cuerpo- territorio 

Pensar los 8 de marzo como una jornada de acción en las calles acompañada por el abandono de tareas en trabajos formales e informales, nos lleva a hacer foco en  el lugar del patriarcado y la interacción necesaria en el sistema de dominaciones (capitalismo, colonialismo, racismo).  Las múltiples dominaciones como sistemas necesarios para el ejercicio de la violencia sobre los cuerpos en clave heteronormativa, binaria, para la domesticación, el saqueo, la estigmatización y discriminación.  

El poder patriarcal, el racista y el económico se potencian con facilidad para hacer invisibles e inaudibles zonas marcadas, “territorios en sacrificio”, los cuales se configuran no sólo en espacios físicos sino que también como una forma de estar en el mundo, una comunidad y, de manera central, hacia las mujeres y los cuerpos feminizados. Las empresas despliegan diversos mecanismos de desterritorialización, desde la cooptación, la coacción y la división de las comunidades, hasta el desplazamiento forzoso de quienes históricamente se identifican con el territorio (Salazar, 2017), convirtiéndolos en “áreas de sacrificio”. La ocupación territorial dentro de estas lógicas han implicado el control y la violencia sobre los cuerpos de las mujeres, remitiendo a una visión hegemónica de territorio como lugar a ocupar y poseer. 

Que los feminismos nos propongan mirar al cuerpo como territorio, nos posibilita reflexionar respecto de cómo la violencia deja huellas en los cuerpos desde la usurpación y expropiación de los territorios por parte de los agentes extractivistas/ empresas/Estado. 

El cuerpo en tanto territorio de conquista se constituye en la entidad desde donde se ejercita un control de lo público, convirtiéndose en un cuerpo “político” como terreno de batalla en las guerras de los hombres y por consiguiente de las economías (Segato, 2003).

El cuerpo en tanto territorio de conquista se constituye en la entidad desde donde se ejercita un control de lo público, convirtiéndose en un cuerpo “político” como terreno de batalla en las guerras de los hombres y por consiguiente de las economías (Segato, 2003) Por ello que las violencias no solo afectan de manera individual sino también a las comunidades. 

La secuencia de extracción de materias primas que tiene América Latina data de cinco siglos que conecta formas de acumulación, explotación de la fuerza de trabajo, violencias simultáneas y escalas cada vez mayores en la operatoria de extracción. En esta clave es que los feminismos populares plantean la noción de soberanía, soberanía sobre el propio cuerpo-territorio, como una narrativa de resistencia al avance neocolonial que como diría Verónica Gago pone en juego otra economía política y otra geografía. 

En defensa de la vida 

Desde la primer huelga feminista, los femicidios, la persecusión y la criminalización a las cuidadoras de los territorios en lucha se fueron multiplicando: Berta Caceres en Honduras, Macarena Valdes en Chile, Marielle Franco, Nilce Magalhaes Souza (Nicinha) y Dilma Ferrerira en Brasil, Cristina Bautista en Colombia, Bety Cariño en México entre otras luchadoras asesinadas por cuidar los territorios. Por otra parte, Lolita Chávez en Guatemala, la Machi Francisca Linconao en el Wallmapu, Miriam Miranda en Honduras y cuántas cuidadoras que se encuentran en distintos puntos del Abya Yala perseguidas  (Claudia Korol,2019).  Aquí van nombres propios, de una red comunitaria que no retrocede ante el ataque, continúa tejiendo y prendiendo fuegos feministas.  Mujeres y cuerpos disidentes que luchan en “defensa de la vida”, de la vida amenazada por el capital. 

Siguiendo a Raquel Gutierrez Aguilar, decimos que la defensa de la vida es un  rechazo intransigente a la negación de la vida digna y también a la muerte impuesta por la destrucción de las condiciones mismas de regeneración vital –humana y no humana- que acarrean los ciclos enloquecidos de acumulación de capital en campos y ciudades. Por ello, los feminismos plurinacionales y populares han tenido la capacidad de alerta frente a distintas intervenciones de carácter imperialista, consiguiendo posicionarse, estableciendo acciones internacionalistas de solidaridad. 

Ante la avanzada de la derecha, las feministas plurinacionales activaron y construyeron las redes trascendiendo cualquier frontera en defensa de los Pueblos, acuerpandose entre mujeres, lesbianas, travestis, trans, planteando consignas como “Ni Golpes de Estado, Ni Golpes a las Mujeres” que también acompañaron a las huelgas feministas. 

Feminismos anticapitalistas 

En clave feminista, hay corrientes que sostienen que el sistema capitalista colonial patriarcal se sostiene en la división sexual y jerarquizada del trabajo y la naturalización de los roles reproductivos y de cuidado como atributos y responsabilidades femeninas. En este sentido, el feminismo ha significado una búsqueda de autonomía de rechazo al sometimiento de las mujeres en la familia y en la sociedad como trabajadoras no reconocidas y no pagadas, problematizando la naturalización de las tareas domésticas y en lucha por el reconocimiento de dichas tareas como trabajo. Asimismo, la importancia del lugar que ocupa el salario como un elemento necesario para el desarrollo del capitalismo, ya que produce jerarquías, tanto en  crear grupos sin derechos, invisibilizando áreas de explotación como el trabajo doméstico (Federici, 2018). 

El trabajo doméstico, afectivo, de cuidados, que realiza no se traducen en un cheque o en un salario. Sin embargo, producimos ni más ni menos que la fuerza de trabajo. 

La profundización de los mecanismos de exclusión incide sobre la feminización de la pobreza y establece las reglas para que bajo esas condiciones no elegidas, las mujeres diseñen estrategias de supervivencia similares. 

Tras la pandemia mundial del Covid 19, las mujeres y las disidencias fueron quienes se hicieron cargo de producir espacios de reproducción de la vida en clave colectiva y comunitaria. Ahí donde el Estado no llega y los sectores privados intentan descargar sus crisis, aparecen les y las defensoras, las organizaciones que se plantan en la primera línea.  

Contra la desidia, la campaña del #QuedateEnCasa en el marco del aislamiento preventivo obligatorio por parte del Estado dejo en evidencia que los hogares no son espacios seguros para todes; los feminismos tuvieron un lugar de suma importancia para seguir luchando contra los femicidios, los travesticidios, transfemicidios, crímenes de odio y contra todas las violencias machistas.

La lucha contra toda violencia patriarcal es tarea es esencial, los movimiento feministas no se tomaron la cuarentena y el barbijo no fue un símbolo de silencio, sostuvieron la denuncia en el momento más oportuno sobre las políticas públicas que abordan las violencias, sin presupuesto sostenidas por trabajadores precarizades. Fueron las mujeres y las disidencias organizadas las que sostuvieron las redes de acompañamiento en el acceso a los métodos anticonceptivos y junto a las socorristas garantizando el derecho a decidir. Asimismo, la fragilidad económica, laboral y habitacional de las diversidades quedaron al descubierto ante el aislamiento social por el avance de Covid-19.

La estadísticas realizadas por el  Observatorio “Ahora Que Sí Nos Ven”  arrojan cifras alarmantes, que habitamos en nuestros cuerpos-territorios: entre el 1 de enero y el 28 de febrero de 2022,  en Argentina ocurre un  femicidio cada 28 horas. A tan solo dos meses que llevamos del 2022 se registraron 51 casos de femicidios y 33 intentos de femicidios. Cuatro  intentos de femicidios vinculados en lo que va del año  y  2 Transfemicidios/travesticidios.

El 59% de los femicidios fue cometido por las parejas y ex parejas de les víctimas, y el  55% de los femicidios ocurrió en la vivienda de les víctimas. Dos de los femicidas pertenecen a la policía y  seis  víctimas habían realizado al menos una denuncia, de estas cuatro tenían medidas de protección.  Al menos 43 niñes perdieron a sus madres como consecuencia de la violencia machista en lo que va de 2022. 

Córdoba junto a Santa Fe son las dos provincias con más casos de femicidios en  lo que va del año.Mientras que en la región se  agudiza la crisis socio-económica, la cual recae fuertemente en las tareas de cuidados como hemos mencionado antes y profundiza los niveles de desigualdad y de vulneración de derechos de las mujeres e identidades feminizadas, la provincia de Córdoba toma la decisión política de realizar recortes que afectan directamente a las políticas de género. 

Teniendo en cuentalos recientes acuerdos firmados con el FMI a nivel nacional con las recetas de ajuste que trae amalgamado, más las consecuencias de una pandemia mundial que aún se están dimensionando y en el caso de la  la provincia de Córdoba los recortes en materia de género,  nos abre preguntas y nos coloca en un lugar de alerta feminista.   

Hoy el paro internacional ocupa las calles con el deseo de cambiarlo todo. Con la rabia organizada, acuerpadas en los feminismos populares, comunitarios,anticapitalistas, antirracistas, plurinacionales. 

Desde nuestros territorios gritamos ¡basta de femicidios, travesticidios y transfemicidios!/// Basta de Justicia Patriarcal!///Aparición con vida de Tehuel, Yamila, Delia y de todes les desaparecides por la violencia heterocispatriarcal/// La deuda es con nosotres: no queremos más ajuste y extractivismo para pagar la deuda externa.

Foto: M. Fernanda Espejo