*Por M. Fernanda Espejo

A veinte años del dos mil uno, Celina Eva Rodriguez Marin, realiza con nosotres  un ejercicio de memoria reflexiva. Recorremos algunas  prácticas políticas de los feminismos populares desde la experiencia colectiva. 

“Cuando una mujer avanza, ningún varón retrocede”

Celina Eva Rodriguez Marin, militante del Frente Popular Darío Santillán, hija de exiliadxs políticxs y nacida en el exilio en 1980. Para el año 2001, y como dice ella paradójicamente para su propia existencia, cumplía 21 años, el 26 de junio (1).

En el año 2000 se trasladó a Buenos Aires con la idea de estudiar, y en compañía de su tío Guillermo Cieza, comenzó su camino. Celina recuerda que fue a conocer unxs compañerxs de Solano que se encontraban realizando una sentada y  acampaban fuera de la Iglesia con el cura Alberto. Allí, el cura le compartió unas revistas del Movimiento de Trabajadorxs Desocupadxs de Lanús.  Así fue que llegó al territorio donde hasta el día de hoy continúa militando. 

Celina: El primer día que llegué a barrio La Fe, estaban festejando los cumpleaños del mes de les hijes de las compañeras. Era una gran jornada, las familias aportaban lo que tenían y así lograban tener sus festejos. Por primera vez la vi a Beti, Norma, a Luisa entre otras compañeras que respeté y supe querer entre compañeras y compañeros.  

Me incorporé a la dinámica de un movimiento, con las instancias que se iban construyendo a la par de otras experiencias, recuperando la militancia de los años 70, haciendo memoria colectiva y viendo las necesidades y la búsqueda de soluciones a tantas necesidades que se vivían en esos años.

Celina: En el 2003 tuve la posibilidad de participar en una formación de la Escuela Florestan Fernandes del Movimiento Sin Tierra en Brasil, por la relación que teníamos con los movimientos y organizaciones campesinas.

Esa experiencia me marcó un montón. Ya en ese entonces venía una avanzada sobre lo que implicaba la participación de las compañeras. El 50% en la representación de compañeras y el otro 50% de compañeros, se ejercía en los núcleos de debate o de base en la Escuela. Eso me marcó bastante. Recuerdo que lo primero que hice cuando volví de Brasil, fue escribir sobre una cartulina “Cuando una mujer avanza, ningún varón retrocede” se me cagaron de risa los compañeros y las compañeras, pero bueno lo dejaron ahí pegado en la guardería de Barrio La Fe. Era mi acto revolucionario en el barrio.

 “Había que cambiarlo todo”

A Celina la crisis del 2001 le pasó por el cuerpo entero, ahí donde la cabeza le explotaba y todo era adrenalina pura. De ese periodo ella recuerda una nota de la prensa del Frente Popular Darío Santillán que se titulaba “A propósito de las jóvenes militantes del nuevo milenio” en donde el autor de la misma haciendo mención de tres compañeras las describe como “las chicas superpoderosas”. 

Celina: La nota hacía referencia a Laura Cibelli, Cecilia Manfredi y la otra superpoderosa, era yo… Me recordé ahí en ese momento con 20 años. Quería participar de espacios de debates políticos, quería ir a relaciones políticas, hablar a otras organizaciones… Estaba interesada en otra, tenía la cabeza explotada por un montón de cosas que venía sucediendo y que no las podía racionalizar y capaz estaba metida en otras tareas y de ahí mi formación. Todo fue complementario. Recuerdo las mismas mesas de debate de esa época, nosotras no éramos mayoritarias… Me acuerdo de haber participado de varias reuniones de lo que era la coordinadora Aníbal Verón, y yo sufría más algo de bullying por ser mujer, de ser niña y joven… (Risas) Con cara de niña y joven de 21 años. Pero sentía que podía aportar y apostaba a eso.

La nota sin lugar a dudas generó ruido hacia el interior del movimiento por la mención de “superpoderosas”, hasta hubo una respuesta “las mujeres resistimos y luchamos” . 

Más allá de la adjetivación de “superpoderosas”, pero lo cierto es que las compañeras estaban irrumpiendo hacia el interior: “en los movimientos populares hay infinidad de mujeres que rompemos todos los días con este mandato luchando, reflexionando, pensando política y construyendo en la práctica un avance en la lucha por el cambio social y la igualdad de género” (2)

Esta interacción quizás es una marca representativa de los procesos de la época, donde las mujeres  de los movimientos estaban avanzando sobre los lugares de debates políticos y toma de decisiones, poniendo en tensión los roles asignados históricamente. 

Celina realiza una síntesis de las estrategias que tenían como organización que caracterizaba la época: Las estrategias fueron muchísimas, desde las ollas populares, al medio día y a la noche. También los domingos,  porque sino no comía una familia el fin de semana. Todo lo que podía paliar las necesidades inmediatas sobre todo de comida y vestimenta que era lo más inalcanzable. Los trueques, el intercambio de cosas de alguien hacían y las intercambiaba por algo que necesitaba, comida, ropa, los roperitos comunitarios.  La venta de pan, rosquitas, pre – pizzas y cualquier cosa que se supiera hacer, el quiosco en la casa que vendía sándwiches de mila a 50 centavos.

Los debates principales de las asambleas eran generar espacios para paliar el hambre y las necesidades concretas, la búsqueda de ingresos y si se encauzaba un reclamo concreto al Estado, que es el que debía dar respuesta.

El rol de las mujeres fue trascendental eran mayoritariamente compañeras, casi todas con hijes y varies (de 18 a 35 años, y algunas adolescentes). Ellas fueron el motor de todas las actividades de los movimientos y las denunciantes principales de sus necesidades, luchadoras hasta el cansancio de sus familias. En este sentido, la gran dificultad era tener que hacer todas esas cosas con sus hijes a cuestas, donde no había una familia o un espacio de contención que les cuidaran mientras ellas buscaban esas alternativas o buscaban el pan o resolver el día a día.

Si tenemos que ponerle música al 2001, se escucha el eco del Pueblo en las calles de “Que se vayan todos y que no quede ni uno solo”, poniendo en el foco la crisis de representación política pero también es al ritmo del “Corte de ruta y asamblea». Los mejores, los únicos. Los métodos piqueteros” que sin dudas es la imagen de nuevos escenarios en manos de los movimientos sociales.  

Las prácticas de las compañeras de instalar las ollas populares a las calles, fue un acto político que luego sirvió para repensar las economías populares en claves teóricas y si miramos a las décadas pasadas en clave feminista. Asimismo, lo que simboliza es claro. Lo personal es político. Lo doméstico no es privado, es público. 

Como diría Federici (3), la práctica de colectivizar el trabajo reproductivo no sólo como una herramienta para economizar los costos reproductivos sino también para paliar la violencia ejercida por parte del Estado y también ejercida por los varones. En la práctica de ocupar las calles, las compañeras nos mostraban que en los lazos colectivos, en lo comunal se encuentran  las claves.

Celina: Los roles estaban más marcados, los compañeros varones tenían un rol diferente, hacer la seguridad en  las marchas, la construcción de obras o arreglos de los espacios físicos, también estaban en la representación política o relaciones políticas… Los varones salían más a cartonear, a veces de manera conjunta, a veces se llevaban a les niñes más grandes.

Las niñeces fueron las más perjudicadas en todo este proceso, la falta de zapatilla o de útiles dificultaba que sostuvieran la escuela, o a veces no estaban escolarizades. Es algo a tener en cuenta en esas niñeces que crecieron en crisis.

Celina con su relato, una vez más nos deja en claro que frente a un contexto de crisis y de políticas de ajuste, en donde las desigualdades socioeconómicas son cada vez más estructurales; dichas políticas no afectan a todxs de la misma manera: la infantilización y la feminización de la pobreza.

¡Piqueteras Carajo!

Celina: Desde una mirada personal, el 19-20 de Diciembre y el asesinato de Darío Santillán y Maxi Kosteki, fueron momentos durísimos que nos permitieron a las organizaciones evidenciar las cosas del sistema del Estado o los Gobiernos que funcionaban mal y el poder que tenía el Pueblo y las organizaciones. Entonces era imperioso  y necesario discutir la construcción de otro mundo diferente, el cambio social y ahí entraban muchas cuestiones definirnos como anti capitalistas, definirnos como antiimperialista, definirnos antipatriacales, por la positiva gestamos los espacios de género en los movimientos y siempre en clave unidad, nunca solas, siendo parte de la gesta de los feminismos populares desde abajo.

Pensar en cómo se fue gestando la asamblea de mujeres del puente Pueyrredón, sería impensado ese proceso sin la incorporación a los Movimiento de Trabajadores Desocupades (MTD) o las que ayudaron al nacimiento de los MTD de esas compañeras que ya venían militando el feminismo, participando de los Encuentros de  Mujeres, lo que llamamos las históricas y una militancia joven veinteañera de otros sectores que se sumaron también a esas organizaciones. Sin ellas instando por la necesidad de generar el espacio hubiera demorado mucho más. También la relación con organizaciones como el MST de Brasil y las organizaciones campesinas y sus debates de mujeres más avanzados que nosotras, que ya nos generaba el debate de la representación mixta:  una compañera y un compañero, y frases como cuando una mujer avanza la organización se fortalece, que la adaptamos. 

En junio del 2003 en el Puente Pueyrredón nace la primera Asamblea de Mujeres. Desde aquel momento, configurándose quizás como un hito, o un puntapié para los feminismos populares y piqueteros. En este proceso también participaron otras organizaciones sociales y políticas y colectivos de mujeres y diversidades sexuales, algunas de ellas encontrándose en las conocidas “Feministas Inconvenites”(4)

A 18 años de la primera Asamblea, se sostienen todos los 26 de junio sobre el Puente Pueyrredón. 

Celina: Yo soy parte de una organización político social, de masas, territorial, mixta y diversa. El feminismo en nuestra organización, es un feminismo popular, es un movimiento de acción, lucha, redes de contención, cuidado entre nosotres, de debates, de cuestionamientos dentro de la organización y fuera, en nuestras familias, a las instituciones educativas y de salud, de formación para reflexionar, pero sobre todo para cambiar, cambiarlo todo lo que deba ser cambiado. Transformar y Transformarnos hasta que todes seamos libres. 

Pensar donde los pies pisan. El testimonio de Celina nos interpela, nos convida parte de una praxis feminista, que pone el cuerpo, que genera vínculos, que sostiene y acompaña. 

También es esperanza.

Veinte años que no son un suspiro, Celina es una de las tantas militantes que nos ayuda a repensar las militancias sin papeles heróicos desde una lucha cotidiana, movilizada por el deseo de cambiar todo lo que deba ser cambiado. 

En ese sentido, desde Diciembre, buscamos generar espacios de diálogo recuperando las experiencias de luchas y resistencias feministas que aún siguen caminando. 

Fotos: Gentileza de archivo personal de Celina Eva Rodriguez Marin

Notas

1- Masacre de Avellaneda 26 de junio del 2002.

2- Mujeres que luchan, por el Espacio de Mujeres del Frente Popular Darío Santillán. Año 2005

3- Reencantar el mundo. El feminismo y la política de los comunes. Silvia Federici

4.“Feministas Inconvenites”:Colectiva Feminista La Revuelta (Neuquén). Las Mufas, las Histerikas y las Otras (Cordoba). Las Liliths (Tucumán). De Boca en Boca (Buenos Aires). Colectiva Feminista La Caldera (Río de la Plata). Las Mariposas (La Plata). Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT). Futuro Transgenérico. Pañuelos en Rebeldía – Área de Género. Claudia Anzorena (Mendoza). Diana Esper (Córdoba). Diana Maffía (Buenos Aires). Elsa Abaca (Mendoza). Flora Partenio (Buenos Aires). Liliana Daunes (Buenos Aires) Ada Aragón (Río Ceballos- Córdoba). Silvia Manzur (Río Ceballos – Córdoba). Teli Manssur (Río Ceballos – Córdoba). Zula Lucero (Buenos Aires) Cintia Berdaguer (Mar del Plata). Alejandra Ciriza (Mendoza) y siguen firmas individuales