*Por Facundo Rodríguez

El cielo, su interpretación y lo que con él se cuenta nos dice mucho sobre los pueblos que lo observan. Y, aun desde las perspectivas científicas, cambia según quién lo mira. Una muestra de esto es que un astro lleva el nombre de Ana Teresa Diego, una estudiante de Astronomía desaparecida por la última dictadura cívico-militar-eclesiástica argentina.

El 31 de diciembre de 1975, justo antes de que comience uno de los peores años de la historia argentina, Mario Reynaldo Cesco se encontraba estudiando el cielo desde lo que hoy es el observatorio de “El Leoncito”, en San Juan. Durante esa noche de observación, detectó un asteroide que aún no había sido catalogado (uno de los seis que descubrió durante su carrera). 

Como sucede con todos los asteroides, la institución encargada de recopilar observaciones de los asteroides y cometas, que es el Centro de Planetas Menores (MPC, por sus siglas en inglés), le dio el nombre provisional de 1975 YD. Esta denominación consta de un número, el año, y dos letras: la primera indica la quincena en que se produjo el avistamiento y la segunda, el orden del descubrimiento dentro de la quincena (D indica que fue el cuarto observado en ese período).

Paralelamente, Ana Teresa Diego tenía 21 años y se encontraba estudiando la Licenciatura en Astronomía en la Universidad Nacional de La Plata. Ella vivió en Bahía Blanca hasta que se mudó a La Plata para comenzar sus estudios en la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas. Hacía unos meses, había perdido a su padre, Antonio Diego, matemático  docente muy comprometido de la Universidad Nacional del Sur, pero seguía contando con el apoyo de su madre, Zaida Franz.

Poco después de comenzar su carrera universitaria, Ana se sumó a la Federación Juvenil Comunista, esto no fue una sorpresa para su familia, ya que su hogar estaba cruzado por las tensiones políticas de la época. Tanto en su familia como en la militancia y en el estudio, sería recordada por su alegría y por su compromiso.

El 30 de septiembre de 1976 al mediodía, Ana salía de la facultad cuando fue interceptada y secuestrada por cuatro personas armadas. Estos represores la subieron a un auto sin patente. Además, el departamento que alquilaba fue destrozado y vaciado. 

Luego de su desaparición, hubo estudiantes que repudiaron el accionar terrorista, y su madre empezó a buscarla. Zaida Franz, fiel a su compromiso, entabló redes con otras personas que buscaban a familiares que la dictadura había desaparecido. Su incansable labor la llevó a participar de las primeras reuniones de familiares de desaparecidos de Bahía Blanca, en las primeras marchas de Madres de La Plata y convertirse en miembro fundadora de Madres de Plaza de Mayo.

Diferentes investigaciones y testimonios ayudaron a reconstruir qué pasó con Ana. Se determinó que fue llevada al centro clandestino de detención ubicado en el cuerpo de Infantería de la Policía de la Provincia de Buenos Aires,posteriormente fue trasladada al “Destacamento de Arana”, y, a principios de octubre, al “Pozo de Quilmes”. 

Durante 35 años, los restos de Ana no fueron encontrados. Su madre, familiares, amistades y militantes de Derechos Humanos seguían buscándolos.

Simultáneamente, el asteroide descubierto por Cesco había sido analizado. Este cuerpo forma parte del cinturón de asteroides y, por lo tanto, gira alrededor del Sol conjuntamente con una enorme multitud y diversidad de objetos astronómicos. Se podía describir su órbita con precisión y, por lo tanto, se podía predecir su trayectoria futura. Cuando esto sucede, se le asigna un número y un nombre que debe ser aprobado por la Unión Astronómica Internacional (UAI, el organismo de decisión internacional en el campo de las definiciones y estándares en astronomía).

Dadas estas condiciones, en 2011, a pedido del entonces decano de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad de La Plata, Adrián Brunini, el asteroide 1975 YD (ahora, con el número 11441) pasó a llamarse “AnaDiego”, en honor a esta estudiante desaparecida.

Hay muchos asteroides con nombres muy variados pero ésta fue la primera vez que el nombre de una persona desaparecida por una de las dictaduras del Cono Sur fue asignado a un cuerpo del Sistema Solar.

Ana había llegado al cielo y su memoria estaba más vigente que nunca cuando en mayo de 2012, luego de tantos años de búsqueda, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó sus restos. Habían sido enterrados en el segundo semestre de 1976 como NN en una fosa común  del cementerio de Avellaneda. Su caso fue juzgado en la causa denominada “Camps” en 1986, “Circuito Camps”, con sentencia en diciembre de 2012 y, actualmente, están incluyéndola en otras causas de delitos de lesa humanidad de la ciudad de La Plata.

Nunca sabremos cómo hubiera continuado su vida, su carrera profesional y su militancia. Sin embargo, el asteroide AnaDiego estará allí para recordarnos esta historia y la de todas las personas que fueron desaparecidas por la última dictadura cívico-militar argentina. De alguna manera, Ana Teresa Diego logró llevar más allá de nuestro planeta el NUNCA MÁS.

*Facundo Rodríguez disfruta de comunicar cómo se contruyen los saberes y particularmente aquellos que generan controversias. Realizó el Doctorado en Astronomía y la Especialización en Comunicación Pública de la Ciencia y Periodismo Científico. Actualmente se desempeña como investigador asistente del CONICET.

** Diseño: imagen intervenida por Facundo Rodríguez